13 de enero del 2017
Hoy conté 5 idiomas, 15 tonalidades de piel, y 128 caras diferentes. Los hombres de ahora son enormes, como lo era Tanok. Pienso mucho en Tanok, nuestro mejor guerrero, el más curioso de los mayas, gracias a él supimos de la mina de Jade, gracias a él conquistamos las tres ciudades. Imagino como Tanok destrozaría a todos estos visitantes en medio de la selva. Extraño verlo correr entre los árboles, perderse detrás de un matorral minúsculo y aparecer como un jaguar por detrás para sacarte el cerebro.
Pero no deseo que Tanok descuartice a esta gente. Llevamos 1000 años solos en esta cueva y estos visitantes me mantienen despierto. Estudio sus idiomas, escucho sus tonterías y a veces viene alguno de alma visible y poderosa. Desearía que uno de ellos muriese aquí para tener compañía nueva.
Yo fui el último en ser sacrificado, cuando ya casi todos se habían ido de nuestra ciudad, muertos de dolor y de hambre. Recuerdo cuando rompieron mi espalda, con mis manos rotas alcé mis brazos y vi por primera vez las almas de mis 6 compañeros, sacrificados antes. No había esperanzas. Lo primero que hice fue preguntarles si habían hablado con Hunahpú. Aquí no hay héroes ni dioses, me dijeron, después nos quedamos solos por 1000 años.
Cuando se van las luces de los turistas me dan ganas de salir de esta cueva, ver el sol otra vez, estar entre campos sembrados, correr en la selva. Pero sé que si lo hago los dioses estallarían de furia, terminaría la vida, moriría mi raza. Sé que las cosas no van bien, la mayoría de los que vienen a verme no son mayas, pero sé que todavía existimos pues los escucho hablar de sus familias y de otros que todavía siembran y luchan.
Vienen a fotografiarme, hablan de mi esqueleto como algo absurdo, dicen que soy muerte inútil, un sacrificio a dioses que no existen. No todos piensan así, hay algunos mayas, como el guía Elmo, siempre de pocas palabras, que sabe que está vivo gracias a mí y a mis compañeros. Todos están vivos gracias a mi muerte. Hablan de mi ciudad, de mis pirámides, de mi sexo, de mis dientes. Dicen que mi ciudad no existe, pero yo sé que van a verla, sé que muchos viven en ella, lo veo en los ojos de Elmo y de Cesar. Mi ciudad ya nunca dejara de existir, mi sexo era el del macho y de la hembra, yo era todos y eso lo supo Tanok antes que nadie, por eso le di de beber mi sangre. Mis ojos nunca estuvieron cruzados.
Yo los salvé a todos y ahora ya no hacen sacrificios en esta cueva, los dioses se han ido de aquí. Reciben sangre en algún otro lugar. Pero no pierdo la esperanza.
Bueno
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